domingo, julio 17, 2005

El casamiento de Anita y Mirko

Llego a a las siete de la tarde y lo que veo es un galpón apenas iluminado con un círculo de gente reunida en el centro; semioculta detrás de una cortina se dibuja la torta de casamiento, la misma desde hace más de cien funciones. Lo que escucho es la explicación acerca de las inspecciones y preguntas sobre si será necesario un simulacro; pronto este diálogo es apagado por la llegada de más actores, uno de ellos con facturas.
De un momento a otro el círculo se disuelve y cada vez más actores suben y bajan, corren y cantan, acomodan mesas y ponen manteles. Necesito ocho ojos más, pienso mientras yo también subo y bajo para no perderme nada, pero sé que aún así falta ver todo.
No pasa mucho hasta que consigo empezar a desdoblarme, sólo necesito que mis oídos estén allí donde mis ojos no llegan.

Hago una pausa y pienso que no hay forma de contar absolutamente todo, que todo fue tan simultáneo, porque mientras una mesa desbordaba de maquillajes estridentes y los pinceles pasaban de manos arrugadas a manos infantiles, un hermoso abuelo me llena de datos sobre el grupo, me cuenta de su pasado de cineasta, y con una pocas miradas sé que entiende lo que me pasa, y lo que me va a seguir pasando en cuanto empiece la obra. De ahí en más me repetirá varias veces, al pasar, "es todo imagen, muchas imágenes".


Hace un par de horas que salí de la sala-galpón, y todo sigue igual de desordenado, es un caos de sensaciones, de torta de casamiento y público bailando con los novios y la familia italiana de la obra.



¿Esto se llama bloqueo?



Sí, eso parece. Mejor dejar acá por esta noche, que mañana vuelvo a Barracas, vuelvo al casamiento y al gran camarín compartido por todos los actores; todo se va a multiplicar, y cada vez voy a tener más ganas de rodar el documental ahí, mientras que el miedo y el caos mental se agrandan a la par que mi admiración.
Manos a la obra, que esto es enorme y yo quiero mostrarlo. ¿Cómo? Hermoso desafío por delante.

1 comentario:

Manchero dijo...

Me dijeron que escribís muy cortazar